viernes, marzo 18, 2011

De la construcción del personaje literario a la confección de disfraces


Construyo personajes como disfraces. Disfraces de mi misma. Frankensteins hechos de pedazos de historias escuchadas al azar, inventadas o vividas. Historias vistas en los recovecos intergalácticos que me rodean. Un hombre que sube a un autobús. Unas fotos de facebook. Yo misma, si fuera otra. Si fuera otro. Si fuera muchos.

Tejo, bordo, pego. Botones y cierres. Escarcha y estrellas. Hago mis disfraces. El disfraz de la palabra hecho de materiales que vienen de todas partes. Hechos de memoria. De las trampas de la memoria, se sabe. Ficción.
Si hay algo que me apasiona es construir disfraces. Disfraces ficcionales, pero también disfraces de tela y satén.

Yo, que no soy buena para las manualidades, yo de manos torpes, yo: la zurda, he confeccionado dos disfraces de tela y fieltro para mis hijos. Con hilos, agujas, botones. Ay, las bondades del fieltro! Ay, las bondades de esa pega superpoderosa cuyo olor me trae recuerdos de infancia.

(Hace mil años, cuando el mundo era peligroso, venenoso y poco sano, estaban de moda unas burbujas eternas hechas de una especie de chicle de polietileno. Burbujas eternas y enormes que flotaban tornasoladas en el aire durante siglos. No eran biodegradables aquellas burbujas y la pasta con las que se hacían tenían el olor de la química pura, de la insanía. Mi madre decía – con una visión adelantada a su época – "nada que huela así puede ser bueno" y nos incautaba las burbujas, el tubo del que salía la pasta alucinógena con la que se hacían, el palito desde el que se soplaban. Pero aquel olor siempre nos llamaba, queríamos olerlo hasta que el mundo revoloteara como un murciélago desorientado alrededor de nuestras orejas)

Postergando todo, he pasado horas cosiendo delantales, bolsillos, alas, orejas, capas, ojos. Midiendo y cortando. Dibujando y pegando. Y he sido feliz, absolutamente feliz. Cosiendo olvidé mis desconsuelos eternos, mis minúsculas desgracias. Se avanza postergando.

Huyendo, se encuentra.

He descubierto que puedo leer sin dejar de coser. Que mientras coso, puedo inventar historias. No en vano la palabra texto viene de la palabra tejer. Tendría que buscar la manera de poder escribir mientras coso, tejo, pego botones, bordo ojales.

Confeccionando disfraces de tela y cintas he sido tan feliz como escribiéndolos. El producto terminado, puesto sobre la cama y luego en los cuerpos súper alegres de mis hijos, es de una belleza increíble. Creedme: yo, la zurda, la de manos torpes, he confeccionado disfraces de tela y estoy tan orgullosa de ellos como de mis disfraces de palabras.

No hay comentarios.: