miércoles, octubre 08, 2008

El ansia de escribir historias o "Tumba de jaguares" de Angélica Gorodischer


Angélica Gorodischer es terrible. Terrible por lo buena, certera, maestra de maestras, única y tremenda. Ya sé que no es serio comenzar este supuesto informe de lectura desde el fanatismo absoluto, pero qué le voy a hacer.

Apenas comencé a leer "Tumba de jaguares" pensé que mi fanatismo había llegado a su fin, que la memorable Gorodischer de "Trafalgar" se había descompuesto, le habían pegado los años o la fama, había parado en loca y ahora publicaba algún cuaderno de notas, esas anotaciones sin concierto, ese desastre de lo fragmentario y lo divagado, ese fluir de conciencia que algunas veces me suena a facilón, a que no hay nada en el tintero para decir, a falta de oficio, a flojera. Qué memorable equivocación, que la maestra es MAESTRA, así, con todas las letras en mayúscula, ahora y siempre. Si una, de escritora novata, se esmera en que las primeras líneas o páginas sean las mejores, esta señora se da el lujo de empezar así no más, con ese borrador! Pero, por supuesto, todo encaja en su "artefacto" y se va poniendo cada vez mejor.

Qué envidia de quienes la han visto de cerca, con su pelo rojísimo como la sangre de los jaguares .... pero ese es otro tema.

"Tumba de jaguares" es una novela de escritores, lo que ya se ha convertido en todo un género (o subgénero) de tan repetido y tan de moda, pero ya sabemos (yo y quienes la adoran) lo que la Gorodischer es capaz de hacer con los géneros. "Tumba de jaguares" es también una novela sobre la imposibilidad de escribir, otro tema muy contemporáneo –con su máximo exponente en español, Vila-Matas- pero ya sabemos, quienes la adoramos, que ella no repite ni defrauda.

Tres novelas cortas conforman esta novela, tres narradores que se escriben los unos a los otros, Celina a Bruno, Bruno a Evelynne, Evelynne a Celina, un círculo, ese octágono casi circular que está en medio de la casa emblemática que se repite en las tres novelas y que es escenario importante en todas. No es la típica estructura de muñecas rusas, ni las cajas chinas porque como bien lo dice el primer narrador, Bruno:

"... alguien seguro va a hablar de cajas chinas y si hay algo que me revienta es eso de las cajas chinas, pobreza del lenguaje, pereza del entendimiento y por otra parte quién sabe lo que son las cajas chinas, quién ha visto cajas chinas, hágame el favor"

Tan tremenda la Gorodischer, por eso me encanta. Creo que este párrafo y la casa con centro octogonal es clave para comprender la estructura de esta novela de escritores que se escriben los unos a los otros, pero explicarlo sería toda una tesis ....

La novela muestra desde diversas aristas la imposibilidad de escribir:

1.- No poder escribir desde o por la tragedia personal. ¿Qué hacer? ¿Disfrazar lo que sentimos? ¿escribir sobre cosas o países que nos son ajenos, lejanos? ¿regodearnos en nuestro propio dolor?

2.- No poder escribir desde o por lo cotidiano, la vida o la muerte. El día a día que nos oprime, la enfermedad que nos inmoviliza, la cotidianidad que nos aleja de la mesa, de las páginas, de los personajes que se han quedado suspendidos, aunque en los intersticios del tiempo escuchemos sus voces que nos llaman.

Nunca está la imposibilidad de escribir por sequedad o agotamiento. Hay, eso sí, un "ansia de contar historias" que es obstaculizada en algunos casos, pero que cuando renace o se desborda, permite que los personajes narradores redescubran la felicidad. Porque es un ansia feliz.

Creo que la novela da vueltas al rededor del ansia de escribir historias, más que en la imposibilidad de escribirlas. Esa pulsión que no abandona a los personajes ni aún en medio de selvas, desaparecidos, cuentas por pagar, enfermedades y muertes.

2 comentarios:

Adriana dijo...

CONCUERDO: ANGÉLICA GORODISCHER ES MAESTRA DE MAESTRAS.

POR CIERTO, EL BLOG QUEDÓ MUY BIEN EN BLANCO, CON CHUPETAS Y TODO.

LL dijo...

Me alegra que te guste el blog, querida Adriana!!!!! Y de la Gorodischer, ni hablar!!